Por Damián Jacubovich
Egipto y Estados Unidos aparecen como los grandes ganadores de lo que parece ser una momentánea interrupción dentro de un conflicto de resolución muy compleja, que por un lado opone fundamentos históricos-religiosos milenarios, por otro lado pone en juego la presencia de Occidente en el corazón de Medio Oriente y finalmente de fondo, los intereses de la industria armamentista en un conflicto clave para la paz regional.
Egipto y Estados Unidos aparecen como los grandes ganadores de lo que parece ser una momentánea interrupción dentro de un conflicto de resolución muy compleja, que por un lado opone fundamentos históricos-religiosos milenarios, por otro lado pone en juego la presencia de Occidente en el corazón de Medio Oriente y finalmente de fondo, los intereses de la industria armamentista en un conflicto clave para la paz regional.
Después de cincuenta días de un nuevo enfrentamiento entre el
Hamas y el ejército israelí, ambas partes acordaron un nuevo Alto el Fuego (propuesto
por el gobierno egipcio de Abdelfatah
Al-Sisi); pero que, a
diferencia de los últimos, esta vez se anuncia como "completo e
indefinido".
Es válido recordar que una tregua sigue siendo una tregua; y lo
que la inmensa mayoría (antes que nada de israelíes y palestinos) desea, es una
resolución del conflicto, lo que equivale a decir una paz duradera. Y
precisamente lo preocupante, es que la posibilidad de
resolver este conflicto iniciado en 1948 con la creación (imposición) del Estado de Israel,
aparece cada vez más lejana.
Si uno analiza geopolíticamente, podrá notar que si bien se
trata de uno de los conflictos menos sangrientos de la región; es en cambio el
más simbólico; la mayoría de los especialistas coinciden en señalar que no se
podrá proyectar seriamente una paz regional en el territorio hasta que éste
conflicto se haya resuelto. Y básicamente
la resolución de este conflicto presenta dos obstáculos de suma
importancia: el primero es la aceptación por parte del mundo árabe e islámico
de la presencia definitiva de un satélite occidental judeo-cristiano en la
región y en segundo lugar, y esto es válido para la mayoría de los conflictos
bélicos diseminados en el planeta: la guerra es un gran negocio y la paz no lo
es. Así de simple y así de grande resulta la estupidez humana.
Porque no debe olvidarse que cada vez que los gobiernos del mundo deciden o no entrar en guerra, son miles de millones de dólares los que están en juego para el lobby más poderoso del mundo, la industria armamentista, cuyo núcleo está representado por el Complejo Militar Industrial estadounidense y en dónde (causalidad o casualidad mediante) el lobby pro-israelí juega un rol de peso.
Finalmente
como lo mencionamos al principio esta nueva tregua tiene también 2 grandes
beneficiarios que paradójicamente no son ni lo israelíes ni los palestinos;
sino Egipto y los Estados Unidos. El primero porque le permite a la cúpula
militar (en el gobierno actualmente) congraciarse nuevamente con la Comunidad
Internacional después del Golpe de Estado perpetrado contra el ex presidente
Mohamed Morsi en 2013 seguido de una persecución (con esbozos de genocidio) a
los principales miembros y seguidores de su partido islámico en Egipto, los
Hermanos Musulmanes. Por otro lado, para la administración de Barak Obama, esta
tregua “completa e indefinida”, vale por un poco de oxígeno ante los reclamos
cada vez más subidos de tono de la Comunidad Internacional respecto de la
terrible asimetría militar que presentan Israel y Palestina, en dónde cada
enfrentamiento entre ambos bandos termina siendo una verdadera carnicería para
el pueblo palestino, debido en parte por la literalmente incomparable superioridad militar israelí y el hecho de que la
franja de Gaza sea una de las ciudades con mayor densidad de población del
mundo. Los números hablan por sí solos: desde el 8 de julio de este año a la
fecha, 2 138 palestinos han sido muertos de
un lado y 70 del lado israelí. Porque no debe olvidarse que cada vez que los gobiernos del mundo deciden o no entrar en guerra, son miles de millones de dólares los que están en juego para el lobby más poderoso del mundo, la industria armamentista, cuyo núcleo está representado por el Complejo Militar Industrial estadounidense y en dónde (causalidad o casualidad mediante) el lobby pro-israelí juega un rol de peso.
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