La epidemia de Coranavirus ha perturbado el poder chino, quién ha empleado medios excepcionales para luchar contra esta epidemia cuyo impacto sobrepasa por mucho la epidemia de SRAG o SARS en 2003 (recordemos que la epidemia había sido negada por el gobierno aún cuando había llegado a la Capital).
En China, al día de hoy el país más poblado del mundo (en algunos años será la India) ni lentos ni perezosos ya están viendo las lecciones a sacar de este fenómeno. La dirección del Partido Comunista luego de una reunión, ha calificado este suceso como Test Mayor de Capacidad y de Gobernabilidad para el país. El Buro Político llamó a corregir los defectos en las diversas respuestas en la crisis sanitaria y mejorar el sistema de urgencia. Este reconocimiento de las fallas y errores, no es poco para un régimen que no está acostumbrado a expresar este tipo de mea culpa. Los mayores perjudicados han sido los habitantes de Wuhan, para quiénes los distintas disfunciones (Información o bien escondida o bien transmitida con retraso) le han permitido al virus alcanzar la propagación con proporciones catastróficas.
Algunas voces en China van aún más lejos y reclaman transparencia; un concepto no siempre presente en la cultura política del país, pero más que nunca necesaria en este tipo de crisis. Ya en diciembre, algunos ciudadanos entre ellos un médico contaminado había lanzado un alerta sobre la existencia de este virus en Wuhan. Estos lanzadores de alerta o bien no han sido escuchado, o bien reducidos al silencio, y algunos analistas, sostienen que de haber habido transparencia el desastre podría haber sido evitado. Aún es temprano para poder saber cuales son las lecciones que sacará en limpio el gobierno de Xi Jinping. Sea como sea, se especula que el Estado habrá sabido escuchar la demanda de su población acerca de la necesidad de contar con un Estado eficaz además de leal; porque si hay algo que la epidemia ha puesto de manifiesto es la fragilidad del Estado Chino y de la sociedad respecto al poder supremo del Partido. Uno de los problemas recurrentes que se han visto, es la priorización por parte de los dirigentes locales a salvaguardar su carrera dentro del Partido antes que asumir el problema y tratar de resolverlo.
Esta epidemia a sabido traer a la luz los claroscuros geopolíticos del sistema actual chino: la proeza tecnológica de poder armar un hospital en 10 días, o bien contar con drones que controlan la temperatura de la gente en sus casas; y como contracara tener un sistema de salud incapaz de seguir el ritmo de crecimiento de la población así como reglas sanitarias inadaptadas. El gobierno de XI Jinping deberá hacer malabares entre este pedido de transparencia y el miedo al fantasma de la Glasnot que terminó con el derrumbe del ex imperio soviético.
Hay 3 efectos o consecuencias que ya se pueden vislumbrar.
Riesgos sanitarios
Si bien las cifras son preocupantes, si se compara con otras enfermedades mundiales, los efectos siguen siendo por ahora marginales
Riesgos económicos y financieros
Estos son los que en la actualidad son el objeto de mayor preocupación y generan mayor inquietud. Del momento en que la mayoría de las medidas de protección consiste en aislar una parte de la población de China y la prohibición de circular, la actividad en China corre el riego de frenarse, y a sabiendas de la influencia china en la economía mundial, la preocupación es aún mayor. Se calcula que aproximadamente el 80 % de los productos industriales consumidos en el planeta son fabricados en China o bien poseen componentes made in china. Es el caso de la industria del automóvil, textil, tecnología, etc.
Riegos políticos
Estos son de los más difíciles de medir pero parecen ser evidentes
El gobierno chino difícilmente salga bien parado delante de su gente de esta prueba. Esta epidemia ha mostrado los problemas ocasionados por un sistema con un excesivo centralismo y otros problemas mencionados anteriormente
